Con la COP26 (la conferencia anual de las Naciones Unidas sobre cambio climático) a la vuelta de la esquina (se celebra entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre en Glasgow), las miradas se dirigen hacia el compromiso con las emisiones cero, una cuestión que marca las agendas a ambos lados del Atlántico.
En los últimos años hemos presenciado multitud de compromisos por parte de empresas y de gestoras de activos para alcanzar la neutralidad de emisiones y limitar, de este modo, el calentamiento global (cuya principal causa son, precisamente, los gases de efecto invernadero).
Sin embargo, esta revolución sostenible apenas tiene un efecto tangible en lo que respecta a la temperatura de los fondos. Según los datos de CDP -organización sin ánimo de lucro que recaba datos de emisiones-, ni siquiera el 0,5% de los activos en fondos globales está actualmente alineado con el objetivo de temperatura del Acuerdo de París (que se propuso limitar el calentamiento del planeta por debajo de 2 grados centígrados, preferiblemente a 1,5 grados, respecto a los niveles preindustriales). Respetar esos 1,5 grados es el objetivo primordial de la COP26 según CPD.