Ola o tsunami, lo cierto es que la sostenibilidad ya ha calado en el día a día de las compañías a nivel global, y empapa particularmente a las del Viejo Continente. La presión ejercida por la Comisión Europea con su Plan de Finanzas sostenibles -cuyo objetivo es canalizar los capitales hacia inversiones que cumplan criterios ambientales, sociales y de gobernanza– ha sido fundamental en este proceso.En España, las empresas no han tenido más remedio que modificar sus estructuras para dar cabida a las cuestiones ESG, o para ampliar su presencia, dentro de sus organigramas. Dotar a la sostenibilidad de una entidad propia implica asignarle recursos económicos, humanos y políticos, y no todas lo han hecho de la misma forma. Algunas cotizadas han optado por dedicarle un departamento específico, con cargos como el de Directora general de Sostenibilidad (lo es María Malaxechevarría en Endesa) o de Responsable global de Sostenibilidad (como Javier Rodríguez en BBVA), por poner un par de ejemplos.